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Como turistas contra el desperdicio de alimentos: pequeñas decisiones, gran impacto

La experiencia de viajar está estrechamente ligada a la gastronomía. Al descubrir una nueva ciudad, a menudo lo primero que hacemos es probar las especialidades locales, disfrutar de la abundante oferta en el desayuno del hotel o en la terraza de un restaurante acogedor. Pero mientras nos enriquecemos con nuevos sabores, es fácil que pidamos demasiado o que la mitad de la comida quede en el plato. Este hábito aparentemente pequeño es uno de los motores del desperdicio alimentario global.

La experiencia de viajar está estrechamente ligada a la gastronomía. Al descubrir una nueva ciudad, a menudo lo primero que hacemos es probar las especialidades locales, disfrutar de la abundante oferta en el desayuno del hotel o en la terraza de un restaurante acogedor. Pero mientras nos enriquecemos con nuevos sabores, es fácil que pidamos demasiada comida o que la mitad quede en el plato. Este hábito aparentemente pequeño es uno de los motores del desperdicio alimentario global.

El desayuno fresco de un hotel en la playa, con su abundante buffet: muchas veces esta es una de las primeras experiencias que recordamos al viajar. Sin embargo, los deliciosos manjares y la amplia oferta no solo traen placer gastronómico, sino que también ponen de manifiesto un problema grave: el desperdicio alimentario global. Por eso es especialmente significativo que Turquía esté planeando ahora una reforma profunda: el gobierno pretende reducir el sistema tradicional de buffet con una nueva ley gastronómica. En el futuro, los hoteles y restaurantes podrían ofrecer más opciones a la carta, para que los clientes pidan solo lo que realmente consumirán. El objetivo es claro: reducir significativamente el desperdicio, ya que, como se desprende del informe, en el país se tiran alrededor de 102 kilos de alimentos por persona al año, y solo de pan se desechan 12 millones de piezas al día. Pero, ¿qué puede hacer un turista contra el desperdicio de alimentos cuando se va de vacaciones?

Elecciones conscientes al pedir

Como turistas, muchas veces nos mueve la curiosidad: queremos probarlo todo, ya que no sabemos cuándo volveremos al mismo lugar. Sin embargo, vale la pena detenerse un momento y reflexionar sobre cuánto podemos consumir realmente. Pedir porciones más pequeñas no solo ayuda a reducir el desperdicio, sino que también nos permite probar más platos diferentes sin que la comida termine en la basura.

Elecciones conscientes al pedir

El poder de los ingredientes locales

La comida no solo tiene sabor, sino también historia. Si elegimos restaurantes que trabajan con ingredientes locales, indirectamente reducimos las pérdidas alimentarias relacionadas con el transporte y las emisiones de dióxido de carbono. Además, apoyamos directamente a los agricultores, productores y comunidades locales, para quienes cada compra contribuye a su sustento y a la preservación de sus tradiciones.

CONSEJO: En Miskolc, el Hotel Palota y el Végállomás Bistorant organizan regularmente cenas gastronómicas centradas en los ingredientes de los bosques de Bükk que rodean la ciudad. Además, la organización turística local ahora ofrece programas que incluyen un paseo en trenecito para conocer los ingredientes que ofrece el bosque y degustar los platos preparados con ellos en una cena temática.

El poder de los ingredientes locales

Llevarse las sobras no es vergonzoso

Durante mucho tiempo se pensó que era incómodo pedir que empaquetaran las sobras. Sin embargo, hoy en día, en muchos países es completamente natural que los clientes se lleven a casa lo que no pudieron terminar. Si utilizamos esta opción sin reparos, no solo evitamos el desperdicio, sino que también conseguimos una comida adicional que puede recordarnos los sabores del viaje al día siguiente.

Llevarse las sobras no es vergonzoso

Buscar alojamientos sostenibles

Cada vez más hoteles y pensiones hacen esfuerzos visibles para reducir el desperdicio alimentario. Estos lugares suelen ofrecer porciones más pequeñas en los buffets, medir digitalmente los restos o colaborar con organizaciones civiles locales para rescatar alimentos. Si elegimos conscientemente este tipo de alojamientos, nuestro viaje también transmite un mensaje: nos importa que la hospitalidad no implique un desperdicio innecesario.

Buscar alojamientos sostenibles

El poder de los pequeños hábitos

La lucha contra el desperdicio alimentario no necesariamente consiste en grandes acciones. Más bien se trata de prestar atención a nuestros pequeños hábitos mientras viajamos: no tomar más comida de la que necesitamos, valorar los platos hechos con ingredientes locales y asumir como natural que podemos guardar las sobras para más tarde. Todas estas decisiones simples, juntas, tienen un impacto enorme, ya que cada bocado no desperdiciado es un paso hacia un uso más responsable de los recursos de nuestro planeta.

El poder de los pequeños hábitos

El desperdicio alimentario no es solo una cuestión moral o económica, sino un desafío global que define nuestro futuro. Un tercio de los alimentos producidos nunca se consume, mientras que millones de personas en todo el mundo luchan contra el hambre. Cada etapa del desperdicio –desde la producción hasta el transporte y el consumo– sobrecarga innecesariamente el medio ambiente, consume agua potable, quema energía y contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero. No es casualidad que la reducción del desperdicio de alimentos sea un punto destacado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS 12 – Consumo y producción responsables).

En el turismo, este problema es aún más evidente: los buffets de los hoteles, la abundante oferta de los restaurantes o el consumo en cadenas de comida rápida contribuyen a que una gran cantidad de alimentos termine en la basura. Esto no solo sobrecarga los recursos de las comunidades locales, sino que también afecta la credibilidad del turismo. Cada vez más viajeros buscan lugares donde se tomen medidas visibles por la sostenibilidad, donde la reducción del desperdicio no sea una promesa vacía, sino una realidad respaldada por resultados medibles.

El desperdicio alimentario no es solo un problema "para las generaciones futuras": ya hoy afecta nuestra vida diaria, ya sea en el aumento de los precios de los alimentos, en los fenómenos climáticos extremos causados por el cambio climático o en las tensiones sociales. Por ello, es crucial que todos los actores del turismo –turistas, proveedores, destinos y responsables políticos– trabajen juntos para abordarlo. I-DEST no es solo un sistema de medición, sino una plataforma comunitaria que ayuda a convertir las decisiones cotidianas en un cambio global.

La regulación planificada en Turquía muestra claramente que las medidas a nivel gubernamental también son esenciales para frenar el desperdicio alimentario. Sin embargo, el cambio no se logra solo con leyes: cada decisión de un viajero, cada práctica responsable de un alojamiento o restaurante puede contribuir a que la abundancia no sea sinónimo de desperdicio. Si los buffets son reemplazados cada vez más por elecciones conscientes y alimentos valorados, viajar será tanto una experiencia como un acto de responsabilidad, un camino hacia un futuro más sostenible para el turismo.

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